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31 oct 2013

Eres un animal.

En 1968 se estrenaba una gran película: El planeta de los simios. Rebuscando más allá de ese sudor omnipresente en la piel de Charlton Heston, en la trama de esta joya de la ciencia ficción podemos encontrar múltiples referencias a conceptos complejos y muy actuales que apelan inequívocamente a nuestra ética; a la ética del "derecho a".
En ella unos astronautas , viajan en el tiempo para terminar aterrizando con su nave espacial en un planeta que si bien pertenece a un futuro 3 siglos más avanzado, éste les recibe con  una inquietante imagen selvática, casi primitiva en la que la raza dominante de esa sociedad desconocida es la animal; son simios los que someten, encarcelan, maltratan, humillan y persiguen al humano. Papeles invertidos, la evolución de la involución.
Desde entonces el mercado ha dado a luz secuelas, series, reposiciones, y su más reciente del año 2011 precuela titulada "Rise of the planet of the Apes". En esta secuencia final ("spoiler alert") los simios, bípedos, lúcidos, con una definida jerarquía establecida, poderosos una vez libres de sus jaulas, deciden recuperar activamente por todos los medios posibles su libertad como legítimo derecho.  



Paseando recientemente, y ya fuera del celuloide , por los alrededores de Central Park topé con la habitual  , y también vulgar y dantesca y deplorable y funesta y... escena que tanto se da allá donde los turistas buscan con avidez colmar sus apetitos urbanos para sacar la foto de rigor : los carruajes. Esos caballos travestidos con plumas, con arneses de colores, con parches en los ojos....condenados a ejecutar con mísera precisión el paseo que el látigo les marca. Quince minutos de tu tiempo sentado en unos cojines, han justificado la pena impuesta a ese reo con crin.
En los ojos vidriosos de los cuadrúpedos sometidos, quise imaginar por un segundo la misma mirada de los simios libres y robustos de la película, pero no pude. Me comía la culpa , la impotencia de ser testigo mudo de la condena a la esclavitud de un ser vivo, de un igual privado de la facultad de hablar.



¿Dónde queda el concepto de voluntad? ¿En que momento el concepto de relación hombre-animal se toma la licencia especulativa de no alimentar un vínculo de respeto entre ambas partes? ¿Es acaso cuestionable la ausencia de emociones y/o razonamiento por parte de una hiena, un cerdo vietnamita, un ñú? ¿Cómo podemos contribuir a no ser parte de estas conexiones de esclavitud asimiladas por nuestras sociedades?
Son pequeños pasos, pequeñas acciones las que materializan nuestro grado de compromiso y autoridad moral con el proyecto de una necesaria  igualdad animal; dos sencillos ejemplos que os dejo como muestra un botón :
-  No ser partícipe ni alimentar sistemas de explotación animal: zoos, circos, corridas de toros, venta y cría de mascotas etc.
- Ser un consumidor responsable y rechazar productos implicados previamente en experimentación animal.
Porque recuerda que la ética es aquello que haces cuando nadie te ve.
"El hombre no debe compasión a los animales, sino justicia"
Arthur Schopenhauer 






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